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Por Una Letra

Recientemente en la sección de viajes del “Sunday Times” apareció la noticia de un desafortunado accidente. El señor Graham Davies reservo un viaje de múltiple trayectos desde el Reino Unido a las Filipinas. Utilizó una agencia de viajes llamada “CheapOair”; creo que este fue su primer error. Es como si para reparar una fuga de agua en tu casa llamaras a la empresa “Malos Plomeros Ltd”.

De todos modos, en el proceso de compra el nombre del señor Davies fue escrito de forma incorrecta, y cuando los billetes llegaron, venían a nombre del señor Davis. Así que llamó a CheapOair y les pidió que lo corrigieran, ellos le contestaron que no era posible, y que tenía que comprar de nuevo los billetes con el nombre escrito correctamente por un coste de £806. Ellos se mostraron inflexibles, que no había nada que ellos o la aerolínea podría hacer al respecto, aun cuando el periodista del Sunday Times, especializado en atención al cliente se involucró.

La historia del señor Davies me recuerda la broma del hombre que recibe un correo electrónico en el trabajo “Estimado Alan, soy Bob, su vecino. Me encuentro en la necesidad de confesar algo que me ha estado preocupando por un tiempo. Debería hablar con usted en persona, pero estoy demasiado atormentado por la culpa. La verdad es que he estado compartiendo su mujer (WIFE en inglés) durante 6 meses, sobretodo mientras usted está en el trabajo. Por favor, acepte mis disculpas”.

El hombre está indignado. Va directo a su casa y tiene una discusión ardiente con su esposa. Se oyen ruidos, voces agresivas, luego un altercado físico, y finalmente la mujer se encuentra son vida en el suelo.

El hombre esta angustiado. En el silencio de la habitación, recibe un nuevo correo electrónico. Dice: “Alan, soy Bob de nuevo. Estoy seguro que vio mi error de escritura – por supuesto que no me refiero a su esposa (WIFE), quería decir su WIFI. ¡Que risa!”.

Queda de más sugerir la lección que podemos sacar de esta historia – todo negociador experimentado ha estado en una situación en la que un error topográfico sencillo (o incluso peor error al no reconocer que el texto predictivo ha cambiado el significado) puede cambiar significativamente un acuerdo. Así que asegúrese de comprobar.

Stephen White


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